FLORES PARA EL ATLÉTICO.

Cuando Quique Sánchez Flores se hizo cargo del Atlético de Madrid, a mediados de la temporada pasada, el equipo estaba en la cuerda floja, más cerca de caer al vacío que de aguantar el equilibrio. La institución era una verbena popular en la que todo el mundo hace de todo con muy buenas intenciones pero con no tan buenos resultados, y en la que el pueblo se divierte bebiendo y bailando, los jugadores, sin dar palo al agua.

Quique llegó y a los pocos días de trabajo se dio cuenta del pastel y alzó la voz, dio un puñetazo encima de la mesa. Critiqué sus formas y me aventuré a decir que no me parecía el entrenador idóneo ni las formas más adecuadas. Hoy queda muy a las claras que me equivoque y que el trabajo de este gitano es muy meritorio porque no solo ha conseguido que su equipo practique un fútbol vistoso y sume títulos, sino que ha sido capaz de asentar el club de manera brillante.

Frente a un poco afortunado Sporting, que jugó muy bien y plantó cara, el Atlético goleó y jugó bien al fútbol. Goles de todos los colores, juego alegre, y todo esto después de conseguir la Supercopa europea. En otra época y en otros clubes el partido post-celebración es sinónimo de derrota, pero este Atléti está muy serio, como su mister. ¡Enhorabuena y suerte!