007

Esta bien hacer un paréntesis de vez en cuando, desconectar al 100 por 100, descansar, alivia y recompensa. Llevamos tiempo con los clásicos y empieza a parecerme agotador pero hoy debemos parar y disfrutar del free fútbol, ese que ves sin zamarra alguna, a pecho descubierto, ese que parece otro deporte. Hoy dos leyendas saltarán al césped, Raúl y Giggs pero mi hermano, siendo muy fan del segundo, nos ha escrito sobre otro red devil. Gracias porrita.

Luis Antonio Valencia. La elegancia ecuatoriana viste de rojo.

Es una placer ver jugar a este futbolista, la estampa es inmejorable. El equilibrio está garantizado en cada uno de sus gestos. Es uno de esos a los que el traje corto de cada domingo les sienta mejor que cualquier smoking altamente diseñado.


Siempre concentrado en su labor, serio, cuesta verlo sonreír. Su mente al servicio del grupo, sus piernas preparadas para atacar, su corazón latiendo rojo en esa falsa calma que aparenta su rostro sereno y bien peinado.


Tuve la suerte de verlo en un estadio, por aquellos tiempos jugaba de lateral, querían aprovechar su fuerza, va sobrado… ahora, desde hace ya unos años maduro como futbolista, desborda cada vez que se le antoja, acelera como un felino y tiene la pausa precisa para mirar y poner la pelota donde él cree necesaria, es un extremo de los que no hay.


Sufrió una gravísima lesión, pero ya se ha levantado, y lo ha hecho como lo hacen los grandes, más fuerte que antes de caer, está de dulce para el momento más importante de la temporada, será el encargado de solucionar la papeleta al viejo del chicle en muchas ocasiones, sobretodo sabiendo que dentro del área andará ese pequeño niño feliz que estará encantado de que Antonio levante la cabeza, lo mire y le regale los goles, uno detrás de otro.


Luis Antonio Valencia, agente 007 en Old Trafford, con licencia para centrar.