Ya me tenías ganado antes de verte nunca pero hoy, tras escuchar esa frase tan pura y jonda, tan limpia, tan de verdad, se que nunca voy a perderte, ni en la peor de tus tardes. "A mi me gustaría torear como juega Zidane, no se si lo alcanzaré"
Estuvimos a punto de perderlo, de verlo pasar como un artistita más que se queda en nada cuando la sorpresa se disipa. Después, el fracaso, el siempre necesario fracaso, lo fue macerando, encurtiendo, fermentando y envejeciendo a ritmo acelerado y Morante es hoy un torero de 55 años con los pies de uno de 32. Todo él es una mentira inventada por sí mismo, una máscara afectada y estetizante... Pero digamoslo todo, una mentira que creemos a pies juntillas, una máscara que tapa un rostro que no necesitamos conocer, una estética que nos enamora de manera turbia e inevitable. Tomas tiene en su toreo el aura de Espartero, la valentía de Belmonte, el riesgo de Sanchez Mejias... El Juli encierra dentro de sí al Guerra, a Joselito, a Manolete... Castella tiene algo de Mazzantini, de Granero, de Diego Puerta, de Paco Camino... Morante sin embargo hunde sus enfangados tobillos en la lejana simiente del toreo sevillano, desde Curro Guillén a Curro Romero, pasando por Pepe Hillo, Costillares, Bombita, El Gallo o Pepe Luis. Siete tardes, siete tardes en setenta años serían suficientes. El Sol se pone todos los días pero uno sólo recuerda para siempre una docena de atardeceres inolvidables... Jose Antonio, bético hasta la médula (¿era posible sugerir acaso que no lo fuera?), será depositario de una fe entregada por amor, por amor puro del que se entrega sin pedir nada a cambio. De él depende que ese amor sea o no correspondido, pero siempre será amado.
Estuvimos a punto de perderlo, de verlo pasar como un artistita más que se queda en nada cuando la sorpresa se disipa.
ResponderEliminarDespués, el fracaso, el siempre necesario fracaso, lo fue macerando, encurtiendo, fermentando y envejeciendo a ritmo acelerado y Morante es hoy un torero de 55 años con los pies de uno de 32.
Todo él es una mentira inventada por sí mismo, una máscara afectada y estetizante... Pero digamoslo todo, una mentira que creemos a pies juntillas, una máscara que tapa un rostro que no necesitamos conocer, una estética que nos enamora de manera turbia e inevitable.
Tomas tiene en su toreo el aura de Espartero, la valentía de Belmonte, el riesgo de Sanchez Mejias... El Juli encierra dentro de sí al Guerra, a Joselito, a Manolete... Castella tiene algo de Mazzantini, de Granero, de Diego Puerta, de Paco Camino...
Morante sin embargo hunde sus enfangados tobillos en la lejana simiente del toreo sevillano, desde Curro Guillén a Curro Romero, pasando por Pepe Hillo, Costillares, Bombita, El Gallo o Pepe Luis. Siete tardes, siete tardes en setenta años serían suficientes. El Sol se pone todos los días pero uno sólo recuerda para siempre una docena de atardeceres inolvidables...
Jose Antonio, bético hasta la médula (¿era posible sugerir acaso que no lo fuera?), será depositario de una fe entregada por amor, por amor puro del que se entrega sin pedir nada a cambio. De él depende que ese amor sea o no correspondido, pero siempre será amado.
Muy acertado tu comentario, ilustrativo y certero.
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