Robinho se marchó al City y al City que yo me fui. Intentaba ver sus partidos bien a través de la dos, bien a través de la red, rojadirecta. Alguno veía y otros imaginaba. El City empezaba a construirse, su primera temporada de fuerte inversión y eso se plasmaba en el campo. Muy desordenados y sin un once definido había jugadores que entraban y salían sin que yo recuerde apenas sus nombres. Uno de ellos era Felipe Caicedo -a este no lo olvidé-, y por su físico, maneras, y por su cara creí que venía de vuelta cuando en realidad Felipe no había llegado, tenía 19 años.
Hoy tiene 22 años y empieza a cuajar definitivamente. El Levante está de enhorabuena porque este tipo de futbolistas terminan dejándote en primera y dándote unas alegrías -en forma de golazos- que nunca se olvidan. Robusto y tosco de facciones, habla dulce y pausado, y así juega, dulce y pausado. Hasta la fecha lleva nueve tantos y parece van a caer algunos más, esperemos que no aumente su cuenta esta noche.
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