Si en vez de alabar la calidad futbolística estuviéramos alabando la capacidad de beber copas a destiempo también estaría muy arriba. Diego estaría muy arriba en muchos aspectos. Quizá en el que estaría más arriba, tan arriba que nadie tendría por encima, sería en el talento natural. A Tristán nadie le ha enseñado a dejar rivales por el suelo como a marionetas, nadie le dijo como se hacían esos mágicos caños, ni tampoco le dijeron que había mil maneras distintas de picar la pelota, pero él las conocía antes incluso de jugar al fútbol. Siempre fuera de forma, siempre con sobrepeso, siempre trasnochando, siempre lento, y eran los contrarios los que parecían resacosos y cansados a su lado. Y aún así nos dejó muchos años de su personalísima manera de entender el fútbol. En un inolvidable viaje a la Coruña conocimos a algunos integrantes de los Riazor Blues y uno delgadito y muy pícaro me decía: "es que bebe más que yo, joder, cierra los bares". Como en el vídeo anterior el talento lo diferencia del resto
Me gusta este post..grande Diego,me lo encontré un día en el Gimnasio de Arteaga y no estaba tan gordo como parecía el cabrón,suele pasar.
ResponderEliminarUn saludo a todos y felices fiestas!!!
Siempre me ha caido mal Tristan. Su familia veranea en Chipiona en la misma manzana que la mia, y parecen buena gente. Su abuelo es un encanto que te lo ves en silla de ruedas y lo mismo lleva una camiseta del Depor, que del Livorno que del Cadiz que del Mallorca... Se torció demasiado pronto. Por querer cobrar más que Capi o Arzu quiso irse rápido y sólo dio 2-3 años buenos y el resto del tiempo a golfear. Si por lo menos los hubiese dado en el Betis habría sido nuestro Reyes... Pero Lopera es mucho Lopera.
ResponderEliminarYo también formo parte del grupo que he visto a Tristan de parranda en al menos una ocasión. UN jueves, cuando jugaba en el Depor, lo vi a las 3-4 de la mañana en una discoteca del centro de Sevilla. Le tocaba jugar el sábado...
Menudo paquete...
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