PIQUÉ, BOCACHANCLAS.

Si hay un futbolista en los últimos años que me haya sorprendido sobremanera ese es Gerard Piqué, y me ha sorprendido en muchos aspectos.
Antes de llegar al Barca la temporada pasada, sabía que había pasado por las filas del Zaragoza y del Manchester United, y que en este último equipo practicamente no había jugado. Esas eran mis referencias de Piqué, esas y un cuerpo grande y atlético pero deslavazado y disperso, que me hicieron pensar en torpeza segura. Efectivamente, torpeza segura, pero la mía, porque Piqué se ha destapado estas dos temporadas como uno de los centrales más solventes y seguros del fútbol europeo, minimizando sus defectos hasta casi no mostrarlos y maximizando sus virtudes en cada encuentro. Una pieza clave en este deslumbrante Barca.
Pero a medida que fue creciendo como futbolista adquiriendo y mejorando sus muchas virtudes, fue adquiriendo y "mejorando" también sus carencias como individuo y compañero. Su supremacía en el terreno de juego la ha traspasado a su persona, y si en el campo es capaz de intentar cualquier cosa y salir victorioso, cree que fuera del campo también. Sus actuaciones en público y sus declaraciones, están tomando el cariz de las de su presidente, soberbias, altivas y engreídas, y casi siempre con menosprecio a un tercero.
La reprimenda que le espetó a un jugador del Jerez el pasado sábado fue vergonzosa, sobran los adjetivos. Pudo disculparse después de haberse visto, pero seguramente no crea que se haya equivocado. Y las declaraciones antes del partido del Inter me parecen exageradas y peyorativas, yo diría que dirigidas. No se que pensarán los jugadores del Internacionale cuando las escuchen...