EL FLACO II, SAN ANDRÉS, LUISFA.

El lunes pasado, 1 de noviembre, entre cervezas y luminosos rayos de luz que se colaban hasta el chiringuito del parque Genovés, nuestro amigo Luisfa elucubró un interesante plan. Aprovechar la deportiva jornada del domingo para pasar una tarde entre amigos, desde las 17:00 que empieza la F1 hasta las 23:00 que termina el derby, con el Barca como tercero en discordia. El plan es bueno y está en marcha. Carlo Gambino no estaba presente y cuando se enteró escribió esta bonita fábula en la que Luisfa es protagonista:

Tuvo que ser en noviembre, dichoso mes, que entra en Todos los Santos y sale en San Andrés. Y yo no estaba presente, no sé si por indisposición propia o fruto de la mala fortuna, pero no estaba allí...el día que ese hombre que casi nadie llamaba por sus dos apellidos,Terrón y Repilado, imaginó y organizó un plan dominical.

Debió de ser glorioso verle imaginar la jornada deportiva que intuyó entre amigos. Se le debió de iluminar la cara casi como se le ilumina gran parte de la coronilla cada mañana de camino al ambulatorio (ahora centro de salud), o más bien todo su pequeño cogote, un reflejo de una calva igual de brillante que sus ganas ansiosas de ver, como un niño, al equipo de sus sueños. En este peculiar personaje, el equipo pasó de ser de sus sueños a ser de sus despertares, de sus desayunos, de sus siestas, de sus horas de trabajo y de sus cafés, de sus discusiones matrimonilaes y familiares, además alguna vez de sus pesadillas en la derrotas...y todo eso, en su pueblo lo sabían.

No estuve allí, y por ello me lamento, para presenciar a mi queridísimo gran hermano, tío y abuelo, ese hombre flaco de posguerra y calvo, como ya he dicho, desde muy pronta edad (un tema el capilar de genes paternos al parecer), con un acento entremezclado entre vino joven extremeño y solera del sur, entre sus padres amados y sus amigos más guerrilleros (mucho más jovenes que él en todos los casos), entre su primogénito y la última heredera de la corona, que no de la coronilla claro (menos mal pobre mía).

Un hombre que monta eventos en el punto y coma de la vida, en el que está quien busca los 50, reciente padre y con ganas de gastar poco normalmente, tiene un mérito sumamente destacable. Por eso mi presencia está garantizada, siempre si Dios quiere y el tiempo lo permite, con permiso de la autoridad, y sin permiso casi tambien. Gracias Andrés, te quiero.

Yo también asistiré.