EL HELICÓPTERO.

Cinco años en Europa no le han valido a este pillo de barrio para entender el fútbol europeo. Pero no le han valido cinco ni le hubieran valido cinco mil, porque este travieso Peter Pan, bendito sea, no crecerá nunca y seguirá viviendo por siempre en el país de las maravillas.
Nunca cambió su forma de jugar, tan inusual como exquisita al paladar, y los palos que recibía de todos y desde todas las direcciones, los driblaba como hacía en el campo, como mejor sabe, bailando suave y sin perder el ritmo. No entendió jamás cuales eran las exigencias del fútbol europeo, porque su fútbol no fue aprendido en laboratorios, ni en canteras de postín, su fútbol nunca estuvo programado para una función concreta, su fútbol siempre salió a borbotones desde su corazón, al ritmo que marcaba su sístole y diástole, a ritmo de samba.
Y a borbotones de sangre caliente toma sus decisiones, como el niño que es, y volvió a su casa, donde si lo entienden, y llegó en helicóptero al campo dos veces. La primera el día de su presentación, y la segunda el día de su debut, que nos regaló otra perla que voy a bautizar como el helicóptero, gol de genio, y su gente estalló de júbilo.
Mi mejor recuerdo en un campo de fútbol no tiene fecha, ni copa, ni resultado, tiene nombre y apellidos, Robson da Souza. Las cosas irrepetibles nunca se olvidan,y de bien nacidos es ser agradecidos, gracias Robo.



Continuará...