FÚTBOL 3. SENTIMIENTOS.

Con este articulo damos por cerrada la trilogía. No quiero pecar de pesado, pero la ocasión así lo merece. La experiencia que vivió mi hermano, sus sensaciones más personales, nos van a servir de nexo con el previo de la champions, que colgaremos mañana. Y sin movernos del estadio.

La reunión desde su origen giraba entorno a los sentimientos y al festejo de estos. El fútbol vino a engrandecerlos en toda su plenitud.

A la incertidumbre de la espera la fuimos acompañando como es debido, así su marcha sería más pronta, el tiempo en compañía corre de otra manera. Llega la hora, subimos y subimos, el cielo esperaba… El verde contemplado era tan vivo que llegaba a olerse desde tan lejos, la luz era perfecta y cada uno de nuestros rostros la reflejaba. Chile estaba presente esa noche en el Bernabeu, como lo estará por siempre en mi vida. La memoria aparece.

El silbato suena, comienzan esos noventa minutos que nos hicieron mover. Los deseos de todos personificados en 22 hombres en la hierba. Rueda la pelota y traspasa una línea situada entre dos palos, que hace que solo unos pocos levanten sus manos y griten… Las fuerzas se igualan en el juego, no en el marcador, hay ocasiones para cambiarlo, pero esto no ocurre. El descanso llega, tertulia rápida, comunión de opiniones…

Vuelven al césped, nosotros a nuestras butacas… La decepción viene de la mano con el segundo de los de Nervión, el temor al mal fario que pudiéramos portar se hace presente, pero sin tiempo para pensar demasiado en eso, el cuarto arbitro levanta el cartelón electrónico, quise leer: se va al banco la prudencia y entra al campo la esperanza.

Asentado sobre el juego en bloque que practica el Madrid emerge la creatividad capaz de romper la red roja que los sevillistas trataban de tejer. Se traspasa la frontera, el cero vuela del marcador, las manos se anudan y alzan, surgen posibilidades de cambio, las gargantas del estadio juegan y juegan de blanco. El Bernabeu comienza a ser mágico, los futbolistas comienzan a sentirlo. No tarda en llegar el empate. Estallido. El aire se carga de pólvora futbolística y sólo los merengues lo respiran, los palanganas se ahogan.

El tiempo pasa, demasiado rápido, como cuando uno disfruta, cada acción va cobrando una importancia trascendental. El desencanto vivido no hace mucho, se ha ido transformando en ánimos y deseos de hacer inolvidable esa noche, los jugadores, auténticos alquimistas, así lo sienten y se empeñan en dedicarnos momentos para guardar donde se guarda lo que no se olvida. Con el tiempo cumplido, la verdadera y pura alegría se posa en la Castellana y nos abraza con fuerza y grita gol. Los corazones salen por la boca y por los ojos alguna lágrima.

El tiempo después del final es patrimonio personal, forma parte del alma de los que lo vivimos, es para siempre. Sólo el fútbol puede crear esta reunión de sentimientos en noventa minutos, sólo el fútbol tiene esta fuerza y poder. Sólo el Fútbol.